Con
deseos de derramar su sangre y convertir a los musulmanes, San Francisco de
Asís vino a España, entre 1213 y 1215 (probablemente en 1214), para, desde
aquí, marchar a Marruecos. En su viaje lo acompañaban Fray Bernardo de
Quintavalle, su primer compañero, y otros frailes. Encontrándose en Rocaforte o
Sangüesa La Vieja
(Navarra), donde pararon a pernoctar, se toparon con un pobre hombre enfermo.
San Francisco le ordenó a Fray Bernardo que se quedara allí, en la ermita de
San Bartolomé, cuidándolo hasta su regreso del sepulcro del Apóstol.
Relata el capítulo
III de las Florecillas: “Al principio de la fundación de la Orden , cuando los frailes
eran pocos y aún no tenían conventos, San Francisco fue de peregrinación a
Santiago de Galicia. Llevó consigo a algunos frailes de los cuales era uno Fray Bernardo.
Por el camino encontró a un pobre enfermo, y encargó a Fray Bernardo que se
quedase allí cuidándolo. Volviendo San Francisco de Santiago, encontró a Fray
Bernardo y al enfermo con que lo había dejado que ya estaba perfectamente sano,
encomendándoles la fundación de este convento”.
En
aquel momento la Orden
no tenía casas estables, salvo Santa María de la Porciúncula en Asís,
siendo así que esta ermita humilde y destartalada, por las que San Francisco
tenía debilidad, pasó a convertirse en el primer convento estable de la Orden en el mundo tras la
Casa Madre de la Porciúncula y el
primero en España. Y fue el primero en España porque si bien San Francisco
encontrándose de su regreso de Compostela hombres que deseaban abrazar la forma
de vida minorítica fundó diversas casas, todas fueron a la vuelta de la peregrinación,
siendo Rocaforte la única fundación realizada en la ida. Entiéndase que no se
trata de fundaciones canónicas en el sentido estricto de la palabra, sino
fundaciones caracterizadas por la espontaneidad y sencillez de los primeros
tiempos de la Orden Seráfica.
“San Francisco se detuvo en Rocaforte a la ida, y allí dejó a Fray Bernardo de Quintavalle, cuidando a un enfermo, sin intención de fundar convento; pero al regreso la morada interina de Fray Bernardo en Rocaforte quedó sin más convertida en fundación fija; por lo que bien puede calificarse el eremitorio u oratorio de Rocaforte de monumento histórico-religioso de primer orden en el camino de Santiago, ya que se trata de una de las primeras fundaciones franciscanas, no sólo en España, sino en todo el mundo, como llevada a cabo en una época en que los frailes, abandonando el tugurio de Rivotorto, consideraban la Porciúncula , cedida por los Benedictinos de Subiaco, como única morada fija quizá de la fraternidad incipiente”. (Fray Ignacio Omaechevarría OFM, San Francisco de Asís en La Rioja ).
La ermita de San
Bartolomé que halló San Francisco fue mandada construir en 1098 por el Rey
Pedro I tras la victoria contra los musulmanes en Calasanz. Desde su fundación
en 1214 como eremitorio franciscano, fue habitada por los Hermanos Menores
hasta 1266, año en que se trasladan a la recién fundada Sangüesa La Nueva , donde se construirá
un notable convento gótico. El eremitorio de Rocaforte, que era más que nada la
ermita de piedra junto a unos chamizos, quedará deshabitado (pero conservada la
ermita y su cuidado por los Franciscanos de Sangüesa) hasta su reconstrucción
en 1635 con la vuelta de una fraternidad estable. En 1722 se construye un
convento de planta tradicional y continúa la vida franciscana particularmente
centrada en la contemplación y el trabajo, hasta la desamortización de
Mendizábal. Desde entonces, en 1822, pasó a ser hospedería civil y luego
establo de ganado.
A partir de la
restauración de la Orden Franciscana
en España en 1880, el eremitorio de San Bartolomé fue devuelto a la Orden que desde el convento
de Olite atendía la celebración del santo cada 24 de agosto.
Cuenta
la tradición que San Francisco de Asís se detuvo a dormir en la ermita de
San Bartolomé de Rocaforte, y clavando su vara de peregrino en el suelo brotó
un frondoso moral, que el santo interpretó como un mensaje divino para que
fundara en ese mismo lugar el primer convento franciscano de España. El
esqueleto de este árbol, ya seco, permanece dentro de la ermita.
«Al principio de la Orden , cuando los Hermanos
eran poco numerosos y no residían todavía en lugares fijos, San Francisco fue a
visitar Santiago, llevando consigo algunos compañeros, uno de los cuales era el
Hermano Bernardo. Yendo así de camino, encontraron en cierto lugar a un
enfermo. Compadecido de él, San Francisco le dijo al Hermano Bernardo:
"Quiero, hijo, que te quedes aquí al cuidado de este enfermo". Al
instante, Fray Bernardo, de rodillas y con la cabeza inclinada, recibió con reverencia
la obediencia del Santo Padre. San Francisco, por su parte, tras dejar allí al
Hermano Bernardo con el citado enfermo, fue a Santiago con los restantes
compañeros. Y, estando allí en adoración, Dios le reveló que residiría en
lugares de todo el mundo, pues su Orden iba a alcanzar un gran desarrollo. Por
eso, siguiendo el mandato de Dios, a partir de aquel momento se puso a
establecerla en todas direcciones».
(Actus Beati Francisci et sociorum eius)
Pues bien, los Franciscanos
OFM de la Provincia
de Aránzazu (antigua Provincia de Cantabria) cedieron el 30 de junio de 2014 la
titularidad del eremitorio de San Bartolomé al Concejo de Rocaforte, que
felizmente busca restaurarlo. Dicen que lo han cedido con la finalidad de conseguir su restauración. Según
la presidenta del Concejo, Doña María Eugenia Pérez, lo fundamental es “restaurar urgentemente los
tejados, para lo cual es importante lograr ayudas. Luego
podremos ir pensando en qué hacemos con el resto, porque la idea es recuperar
el conjunto, ya que tiene un valor histórico y cultural que no se puede echar a
perder”. El edificio está en una situación lamentable, con riesgo de
desprendimientos en la techumbre, expolio del poco patrimonio artístico que
quedaba (como un reloj solar que había en el frontal del edificio) y con unas
pinturas del siglo XII en la sacristía a punto de desaparecer.
A
parte de todo este valor artístico, histórico, y de otra índole no religiosa,
me pregunto por el valor sentimental y estrictamente religioso-franciscano de
estas cuasi ruinas. Dicen los Franciscanos de la Provincia de Aránzazu
que ceden el eremitorio buscando su restauración por parte del Concejo de
Rocaforte, esto es, por la administración pública. Por una parte me alegro
mucho del interés del Concejo y de las buenas gentes de Sangüesa que buscan
restaurar el eremitorio; ojala lo consigan. Por otra parte me quedo atónito con
el proceder de la Provincia
de Aránzazu, y de la Orden
en España, y de su Curia General, que han permitido que la Orden haya perdido la
titularidad de este santo lugar.
Antiguo Santuario y convento de Aránzazu
Actual Santuario y convento de Aránzazu
¿Desde
cuándo para solicitar una ayuda de restauración de un edificio histórico y
religioso la titularidad del mismo debe pasar a manos de la administración
pública y civil? ¿No ha solicitado la Provincia de Aránzazu en otras ocasiones ninguna
ayuda a la administración pública para algún gasto requerido para la
conservación del resto de sus conventos e iglesias? Viendo las ruinas de este
pequeño eremitorio de San Bartolomé de Rocaforte… viendo el megalómano complejo
de la Basílica
de Aránzazu, su convento, y edificios anexos… ¿de verdad que resultaba
totalmente imposible asumir la restauración del eremitorio de San Bartolomé? Es
que cuesta creerlo… Comprendo que la Provincia de Aránzazu, con una media de edad de
sus frailes altísima, una sequía vocacional arrastrada desde hace décadas, con
el panorama cercano de cerrar varios de sus conventos próximamente por falta de
personal… no vea plausible restaurar el eremitorio y establecer en él una
comunidad estable. ¿Quién querría ir a vivir allí, con un género de vida tal,
tan franciscano primitivo? Pues nadie o casi nadie… que la vida franciscana
contemplativa no se lleva… Pero, ¿no era posible otra salida? ¿No era posible
restaurarlo con la ayuda de todas las Provincias Franciscanas de España, de los
numerosos monasterios de Clarisas de España, de los amigos y devotos de San
Francisco y de sus hijos santos, de la Iglesia en España y de la administración pública?
Pues
parece que no… y encima conocemos esta noticia en pleno Jubileo del VIII
centenario de la peregrinación de San Francisco a Compostela, y por ende de la
fundación de este proto-eremitorio de San Bartolomé. Es que me parece
tristísima esta desoladora realidad… yo estoy dolido e indignado, como muchos
de los que estaréis leyendo esto. San Francisco fundó a su vuelta de Compostela
otros muchos eremitorios (sí, porque este género de vida era el que deseaba el
Santo y el que el Señor le inspiró) ya desaparecidos, como la Magdalena de Vitoria o
San Miguel de Burgos, o convertidos en otras cosas… estupendo. Pero existiendo
la más mínima posibilidad de conservar este lugar santo de Rocaforte, primera
casa de la Orden
en España y en el mundo después de la Porciúncula … ¿cómo es posible esta noticia que
contamos? ¿De verdad que era inasumible la reconstrucción de este eremitorio?
¿De verdad que ningún fraile estaría dispuesto a vivir allí el género de vida
primitivo franciscano? ¿Era necesario que la Orden se deshiciera de este santo lugar? Pues
parece que sí… porque de aquí a unos años, las ruinas de este eremitorio ya no
existirían, ya que se habrían venido abajo… lo que en tantos años no se hizo no
se iba a hacer en el futuro… porque no hubo interés y no lo hay. Que el Concejo
de Rocaforte tenga éxito en su empresa y todos los fieles y amigos de San
Francisco podamos ver restaurado este primer eremitorio donde el Santo clavó su
vara, convirtiéndose en recoleta parcela en la que tantos y tan buenos hijos del
Poverello se santificaron durante siglos por amor al Pobre y Crucificado.