Sobre el eremitorio de San Bartolomé de Rocaforte, primera fundación franciscana en España



La Orden Franciscana inauguró el pasado 17 de enero de 2014 el Jubileo que conmemora los ocho siglos transcurridos desde la peregrinación de San Francisco de Asís a Santiago de Compostela. La celebración jubilar se extenderá hasta el 30 de junio de 2015, incluyendo una posible visita del Papa Francisco a Compostela con motivo de la efeméride.

Con deseos de derramar su sangre y convertir a los musulmanes, San Francisco de Asís vino a España, entre 1213 y 1215 (probablemente en 1214), para, desde aquí, marchar a Marruecos. En su viaje lo acompañaban Fray Bernardo de Quintavalle, su primer compañero, y otros frailes. Encontrándose en Rocaforte o Sangüesa La Vieja (Navarra), donde pararon a pernoctar, se toparon con un pobre hombre enfermo. San Francisco le ordenó a Fray Bernardo que se quedara allí, en la ermita de San Bartolomé, cuidándolo hasta su regreso del sepulcro del Apóstol.

Relata el capítulo III de las Florecillas: “Al principio de la fundación de la Orden, cuando los frailes eran pocos y aún no tenían conventos, San Francisco fue de peregrinación a Santiago de Galicia. Llevó consigo a algunos frailes de los cuales era uno Fray Bernardo. Por el camino encontró a un pobre enfermo, y encargó a Fray Bernardo que se quedase allí cuidándolo. Volviendo San Francisco de Santiago, encontró a Fray Bernardo y al enfermo con que lo había dejado que ya estaba perfectamente sano, encomendándoles la fundación de este convento”.

En aquel momento la Orden no tenía casas estables, salvo Santa María de la Porciúncula en Asís, siendo así que esta ermita humilde y destartalada, por las que San Francisco tenía debilidad, pasó a convertirse en el primer convento estable de la Orden en el mundo tras la Casa Madre de la Porciúncula y el primero en España. Y fue el primero en España porque si bien San Francisco encontrándose de su regreso de Compostela hombres que deseaban abrazar la forma de vida minorítica fundó diversas casas, todas fueron a la vuelta de la peregrinación, siendo Rocaforte la única fundación realizada en la ida. Entiéndase que no se trata de fundaciones canónicas en el sentido estricto de la palabra, sino fundaciones caracterizadas por la espontaneidad y sencillez de los primeros tiempos de la Orden Seráfica.


“San Francisco se detuvo en Rocaforte a la ida, y allí dejó a Fray Bernardo de Quintavalle, cuidando a un enfermo, sin intención de fundar convento; pero al regreso la morada interina de Fray Bernardo en Rocaforte quedó sin más convertida en fundación fija; por lo que bien puede calificarse el eremitorio u oratorio de Rocaforte de monumento histórico-religioso de primer orden en el camino de Santiago, ya que se trata de una de las primeras fundaciones franciscanas, no sólo en España, sino en todo el mundo, como llevada a cabo en una época en que los frailes, abandonando el tugurio de Rivotorto, consideraban la Porciúncula, cedida por los Benedictinos de Subiaco, como única morada fija quizá de la fraternidad incipiente”. (Fray Ignacio Omaechevarría OFM, San Francisco de Asís en La Rioja).

La ermita de San Bartolomé que halló San Francisco fue mandada construir en 1098 por el Rey Pedro I tras la victoria contra los musulmanes en Calasanz. Desde su fundación en 1214 como eremitorio franciscano, fue habitada por los Hermanos Menores hasta 1266, año en que se trasladan a la recién fundada Sangüesa La Nueva, donde se construirá un notable convento gótico. El eremitorio de Rocaforte, que era más que nada la ermita de piedra junto a unos chamizos, quedará deshabitado (pero conservada la ermita y su cuidado por los Franciscanos de Sangüesa) hasta su reconstrucción en 1635 con la vuelta de una fraternidad estable. En 1722 se construye un convento de planta tradicional y continúa la vida franciscana particularmente centrada en la contemplación y el trabajo, hasta la desamortización de Mendizábal. Desde entonces, en 1822, pasó a ser hospedería civil y luego establo de ganado.

A partir de la restauración de la Orden Franciscana en España en 1880, el eremitorio de San Bartolomé fue devuelto a la Orden que desde el convento de Olite atendía la celebración del santo cada 24 de agosto.


Cuenta la tradición que San Francisco de Asís se detuvo a dormir en la ermita de San Bartolomé de Rocaforte, y clavando su vara de peregrino en el suelo brotó un frondoso moral, que el santo interpretó como un mensaje divino para que fundara en ese mismo lugar el primer convento franciscano de España. El esqueleto de este árbol, ya seco, permanece dentro de la ermita.


«Al principio de la Orden, cuando los Hermanos eran poco numerosos y no residían todavía en lugares fijos, San Francisco fue a visitar Santiago, llevando consigo algunos compañeros, uno de los cuales era el Hermano Bernardo. Yendo así de camino, encontraron en cierto lugar a un enfermo. Compadecido de él, San Francisco le dijo al Hermano Bernardo: "Quiero, hijo, que te quedes aquí al cuidado de este enfermo". Al instante, Fray Bernardo, de rodillas y con la cabeza inclinada, recibió con reverencia la obediencia del Santo Padre. San Francisco, por su parte, tras dejar allí al Hermano Bernardo con el citado enfermo, fue a Santiago con los restantes compañeros. Y, estando allí en adoración, Dios le reveló que residiría en lugares de todo el mundo, pues su Orden iba a alcanzar un gran desarrollo. Por eso, siguiendo el mandato de Dios, a partir de aquel momento se puso a establecerla en todas direcciones». (Actus Beati Francisci et sociorum eius)

Pues bien, los Franciscanos OFM de la Provincia de Aránzazu (antigua Provincia de Cantabria) cedieron el 30 de junio de 2014 la titularidad del eremitorio de San Bartolomé al Concejo de Rocaforte, que felizmente busca restaurarlo. Dicen que lo han cedido con la finalidad de conseguir su restauración. Según la presidenta del Concejo, Doña María Eugenia Pérez, lo fundamental es restaurar urgentemente los tejados, para lo cual es importante lograr ayudas. Luego podremos ir pensando en qué hacemos con el resto, porque la idea es recuperar el conjunto, ya que tiene un valor histórico y cultural que no se puede echar a perder”. El edificio está en una situación lamentable, con riesgo de desprendimientos en la techumbre, expolio del poco patrimonio artístico que quedaba (como un reloj solar que había en el frontal del edificio) y con unas pinturas del siglo XII en la sacristía a punto de desaparecer.

A parte de todo este valor artístico, histórico, y de otra índole no religiosa, me pregunto por el valor sentimental y estrictamente religioso-franciscano de estas cuasi ruinas. Dicen los Franciscanos de la Provincia de Aránzazu que ceden el eremitorio buscando su restauración por parte del Concejo de Rocaforte, esto es, por la administración pública. Por una parte me alegro mucho del interés del Concejo y de las buenas gentes de Sangüesa que buscan restaurar el eremitorio; ojala lo consigan. Por otra parte me quedo atónito con el proceder de la Provincia de Aránzazu, y de la Orden en España, y de su Curia General, que han permitido que la Orden haya perdido la titularidad de este santo lugar.


Antiguo Santuario y convento de Aránzazu


Actual Santuario y convento de Aránzazu

¿Desde cuándo para solicitar una ayuda de restauración de un edificio histórico y religioso la titularidad del mismo debe pasar a manos de la administración pública y civil? ¿No ha solicitado la Provincia de Aránzazu en otras ocasiones ninguna ayuda a la administración pública para algún gasto requerido para la conservación del resto de sus conventos e iglesias? Viendo las ruinas de este pequeño eremitorio de San Bartolomé de Rocaforte… viendo el megalómano complejo de la Basílica de Aránzazu, su convento, y edificios anexos… ¿de verdad que resultaba totalmente imposible asumir la restauración del eremitorio de San Bartolomé? Es que cuesta creerlo… Comprendo que la Provincia de Aránzazu, con una media de edad de sus frailes altísima, una sequía vocacional arrastrada desde hace décadas, con el panorama cercano de cerrar varios de sus conventos próximamente por falta de personal… no vea plausible restaurar el eremitorio y establecer en él una comunidad estable. ¿Quién querría ir a vivir allí, con un género de vida tal, tan franciscano primitivo? Pues nadie o casi nadie… que la vida franciscana contemplativa no se lleva… Pero, ¿no era posible otra salida? ¿No era posible restaurarlo con la ayuda de todas las Provincias Franciscanas de España, de los numerosos monasterios de Clarisas de España, de los amigos y devotos de San Francisco y de sus hijos santos, de la Iglesia en España y de la administración pública?

Pues parece que no… y encima conocemos esta noticia en pleno Jubileo del VIII centenario de la peregrinación de San Francisco a Compostela, y por ende de la fundación de este proto-eremitorio de San Bartolomé. Es que me parece tristísima esta desoladora realidad… yo estoy dolido e indignado, como muchos de los que estaréis leyendo esto. San Francisco fundó a su vuelta de Compostela otros muchos eremitorios (sí, porque este género de vida era el que deseaba el Santo y el que el Señor le inspiró) ya desaparecidos, como la Magdalena de Vitoria o San Miguel de Burgos, o convertidos en otras cosas… estupendo. Pero existiendo la más mínima posibilidad de conservar este lugar santo de Rocaforte, primera casa de la Orden en España y en el mundo después de la Porciúncula… ¿cómo es posible esta noticia que contamos? ¿De verdad que era inasumible la reconstrucción de este eremitorio? ¿De verdad que ningún fraile estaría dispuesto a vivir allí el género de vida primitivo franciscano? ¿Era necesario que la Orden se deshiciera de este santo lugar? Pues parece que sí… porque de aquí a unos años, las ruinas de este eremitorio ya no existirían, ya que se habrían venido abajo… lo que en tantos años no se hizo no se iba a hacer en el futuro… porque no hubo interés y no lo hay. Que el Concejo de Rocaforte tenga éxito en su empresa y todos los fieles y amigos de San Francisco podamos ver restaurado este primer eremitorio donde el Santo clavó su vara, convirtiéndose en recoleta parcela en la que tantos y tan buenos hijos del Poverello se santificaron durante siglos por amor al Pobre y Crucificado.