"Te suplico que escojas una legión de pequeñas
víctimas dignas de tu amor".
(Santa Teresita de Lisieux)
La Fraternidad Mariana
de Teresita de Lisieux es una Asociación Pública de Fieles in fieri (con vistas a llegar a ser
un Instituto Religioso), erigida el 1 de noviembre de 2010 en la Diócesis
de Mar del Plata (Argentina). Nace de la acción del Espíritu Santo en los
labios de Santa Teresa del Niño Jesús cuando expresa: “Te suplico que escojas una legión de
pequeñas víctimas dignas de tu amor…”. Su deseo más profundo es “ser
amor en el corazón de nuestra Madre la Iglesia”. Su carisma radica en
encarnar este amor en el ocultamiento de la vida de Nazaret, y en la vida alegre y fraternal de Jesús en su vida oculta. Están llamados a ser contemplativos a
la manera de Jesús en Nazaret, reproduciendo sus treinta primeros años, en un
apostolado oculto que santifica el momento presente con un amor
extraordinario. Los Hermanitos beben de modo especial de la doctrina
evangélica que el Señor hizo vida en Santa
Teresa del Niño Jesús y en el Beato
Carlos de Foucauld.
“Los métodos de Jesús en el
pesebre, en Nazaret y en la Cruz, fueron: pobreza, abyección, humillación,
abandono, persecución, sufrimiento, crucifixión. Éstas son nuestras armas, la
de nuestro Divino Esposo, el único Salvador, y también la única Sabiduría y la
única Verdad. No encontraremos a nadie mejor que Él, y Él nunca envejece.
Sigamos a este Modelo único y tendremos la seguridad de que hacemos mucho bien,
pues en adelante no seremos nosotros los que vivimos, sino que será Él quien
viva en nosotros. Nuestros actos ya no serán nuestros, humanos y miserables,
sino suyos, divinamente eficaces”.
(Beato
Carlos de Foucauld; 15 de enero de 1908)
Quieren ser contemplativos
en lo ordinario, como la Sagrada Familia. Se entierran en lo ordinario,
sabiendo que santificando el momento presente dan amor “gotita a gotita” a toda
la Madre Iglesia. Imitan a Jesús
obrero en Nazareth, que unía
cada latido de su corazón y su martillo a la Voluntad amorosa del Padre. Viven entonces
el trabajo ordinario con un amor extraordinario, a imitación de Jesús que vivió como un artesano más. Permaneciendo en Nazaret, los
Hermanitos contemplan y se unen al Jesús oculto, uniendo a su aparente monotonía
de la vida diaria su acto de ofrenda y así, como frágiles y pequeñas almas,
fortalecen a su Madre Iglesia en un acto de pequeño amor, sobre todo en los
días donde no hay luz en el éxodo del corazón. Los Hermanitos trabajan con sus
manos para ganarse el alimento de
cada día, siendo aprendices de artesanos, aceptando también
agradecidos lo que la Providencia les haga llegar.
La
Fraternidad vive con sentido profundo la vida
de auténtica familia, reproduciendo en sus casas la alegría de Jesús y el amor mutuo de la Sagrada Familia. La casa religiosa
es un lugar amistoso en donde se alegran de ser hermanos, no sólo compartiendo
el Nazaret de cada hermano, sino el Calvario de sus miserias y limitaciones.
Así
como la Iglesia vive de la Eucaristía (Ecclesia de
Eucharistia, Juan Pablo II), el Hermanito está llamado a vivir de la Eucaristía; a santificarse
en la contemplación de la Eucaristía; a aprender a amar con la
Eucaristía; a servir desde la Eucaristía y a adquirir “firmeza en el
Espíritu” desde la Eucaristía. En la
oración, cuyo único modelo es Jesús sumergido en Nazaret y oculto bajo la
mirada de su Padre, los Hermanitos aprenden a amar cristificando su corazón.
La Fraternidad está llamada a vivir diariamente una estrecha relación con María: son de María en todo, viven en María y para María. Cada pequeño acto es orientado para el Triunfo del Inmaculado Corazón de María. Así la Fraternidad reproducirá en su vida de Nazaret el primer apostolado oculto de Jesús que fue amar entrañablemente a su Madre.
La
Fraternidad tiene como centro de su espiritualidad el camino de
infancia espiritual de Santa Teresa del Niño Jesús, cuya raíz más
profunda es el amor, pero no cualquier amor, sino un amor oblativo, sufrido,
paciente, responsable, silencioso y totalmente alegre y misericordioso. Un amor
que crece en el ocultamiento de Nazaret, así como la levadura en la masa, que
siendo mezclada y oculta, luego crece y se eleva, y la levadura desaparece, muy
pequeña e insignificante pero profunda. Los Hermanitos realizan un cuarto voto de Ofrenda de sí mismos al Amor
Misericordioso para recoger de la Cruz, a modo de cálices humanos, toda la sangre derramada y despreciada y
tratada con indiferencia que brota incesantemente de las entrañas del Corazón
de Jesús.
Sus
apostolados derivan de la imitación de la vida oculta de Jesús y se hacen en el
ámbito de la vida nazarena ad intra de
la Fraternidad. Y es que la sola presencia de Jesús irradiaba, explotaba de amor a sus amigos. Conforme a su misión
contemplativa, la Fraternidad desea aportar a la Iglesia diocesana y Universal pequeños lugares
de oración en
los que se pueda ensanchar el corazón en la Adoración Eucarística y el
silencio. No se trata de casas de retiro, sino de humildes santuarios de
adoración, pequeñas cabañas (poustinias).
Éstas son destinadas especialmente para sacerdotes, religiosos y todo aquel que
quiera respirar a Dios. Junto al apostolado
silencioso (de presencia contemplativa), surge un apostolado de irradiación que se concretiza en el compartir con los
fieles, amigos y hermanos en Cristo, las denominadas Escuelas: de María, de
infancia espiritual y de Nazaret. En ellas los seglares reciben formación
para compartir el carisma y espíritu de la Fraternidad. Su misión, en
resumidas cuentas, consiste en hacer que Jesús sea adorado en su Presencia
Eucarística y que María sea amada a través de la consagración a su Inmaculado
Corazón.
Email: fmt_vocaciones@hotmail.com