"En primer lugar, cada uno pida al Señor que le conceda un amor como de madre hacia su prójimo, para que pueda servirle con perfecta caridad tanto en lo espiritual como en lo corporal, ya que deseamos con la gracia de Dios servir a todos los enfermos con aquel amor que tiene una cariñosa madre cuando atiende a su único hijo enfermo”. (San Camilo)
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Todos, de manera directa o indirecta, sabemos lo que es la enfermedad. También sabemos lo que es y supone cuidar a un enfermo, y cómo se agradece en esos momentos una atención cariñosa, una presencia comprensiva, y un consejero para el alma. Todo esto lo conoció bien el Bienaventurado Camilo (1550-1614). Él mismo estuvo enfermo del alma y del cuerpo, él curó y cuidó a muchos enfermos y no conformándose con ello, reunió a unos compañeros para que le ayudaran en la misión de servir a Cristo en el enfermo. Creó así una nueva escuela de caridad que hoy, cuatro siglos después, es en la Iglesia y en el mundo instrumento divino de sanación y de salvación. Hablamos de la Orden de los Ministros de los Enfermos, fundada en Roma por San Camilo de Lelis en 1582.
La conversión de San Camilo
Camilo fue militar y aunque había sido educado en la fe por su devota madre, llevó durante parte de su juventud una vida disoluta. El juego le condujo a la ruina económica y moral. Al no tener nada, se dedicó a mendigar por las ciudades. En Manfredonia es contratado por los frailes Capuchinos. Al regresar al convento después de hacer un recado, aconteció lo siguiente:
"Durante el camino, montado en el asno entre dos alforjas, pensaba ensimismado en lo que le había dicho el Padre Guardián. Y mientras cabalgaba y pensaba [...] le asaltó un rayo de luz interior, procedente del Cielo y tan intenso, sobre su miserable estado que creyó que el corazón se le hacía pedazos roto por el dolor. Incapaz de mantenerse a lomos del asno, debido a la extraña conmoción que sentía, se dejó caer a tierra en mitad del camino, abatido por la divina luz. Allí mismo, arrodillado sobre una roca, comenzó a llorar amargamente por su vida pasada, con tales muestras de dolor que las lágrimas regaban continuamente sus mejillas[..] Decía y repetía con insistencia las siguientes palabras: “¡No más mundo! ¡No más mundo!”. (Vida del P. Camilo de Lelis por S. Cicateli)
La conversión de San Camilo
Camilo fue militar y aunque había sido educado en la fe por su devota madre, llevó durante parte de su juventud una vida disoluta. El juego le condujo a la ruina económica y moral. Al no tener nada, se dedicó a mendigar por las ciudades. En Manfredonia es contratado por los frailes Capuchinos. Al regresar al convento después de hacer un recado, aconteció lo siguiente:
"Durante el camino, montado en el asno entre dos alforjas, pensaba ensimismado en lo que le había dicho el Padre Guardián. Y mientras cabalgaba y pensaba [...] le asaltó un rayo de luz interior, procedente del Cielo y tan intenso, sobre su miserable estado que creyó que el corazón se le hacía pedazos roto por el dolor. Incapaz de mantenerse a lomos del asno, debido a la extraña conmoción que sentía, se dejó caer a tierra en mitad del camino, abatido por la divina luz. Allí mismo, arrodillado sobre una roca, comenzó a llorar amargamente por su vida pasada, con tales muestras de dolor que las lágrimas regaban continuamente sus mejillas[..] Decía y repetía con insistencia las siguientes palabras: “¡No más mundo! ¡No más mundo!”. (Vida del P. Camilo de Lelis por S. Cicateli)
Con 25 años, la luz de Cristo inunda su alma. Comienza una vida de oración y rigurosa penitencia. Cae enfermo y es trasladado al hospital. Allí se quedará a servir. En 1582 recibe la inspiración de fundar una comunidad consagrada al servicio de los enfermos, con la caridad y ternura que suelen tener las madres con sus propios hijos enfermos.
La comunidad extiende su labor más allá del ámbito hospitalario, asume la atención de los enfermos y moribundos a domicilio, de los afectados por las grandes pestes, incluso de los enfermos de las cárceles.
"Si alguno, inspirado por el Señor Dios, quisiere ejercitar las obras de misericordia espirituales y corporales según nuestro Instituto, sepa que ha de estar muerto a todas las cosas del mundo y vivir solamente para Jesús Crucificado bajo el suavísimo yugo de perpetua pobreza, castidad y obediencia y servicio a los pobres enfermos [...] acordándose de la Verdad Cristo Jesús, que dice: 'Lo que hicisteis a uno de estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis'; diciendo en otro lugar: 'Estaba enfermo y me visitásteis'". (Regla de vida, 1599)
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RR. Camilos de Chile
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Los Religiosos Camilos perpetúan hoy en día la obra misma de Cristo asumida y realizada por San Camilo. Recomendamos especialmente a la Delegación de la Provincia Romana de Religiosos Camilos en Chile.
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