"Christus Vita mea"
Benedicto XVI ha presentado a los consagrados el ejemplo de San Pablo en la vivencia de la pobreza, la castidad y la obediencia. El Romano Pontífice presentó en la noche de este lunes, 2 de febrero de 2009, al Apóstol San Pablo como ejemplo para los consagrados a Dios, en el día en el que se celebraba la jornada que les ha dedicado la Iglesia.
Las palabras del Papa resonaron en la Basílica de San Pedro ante numerosos miembros de Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica:
- "En la vida de pobreza, San Pablo vio la garantía de un anuncio del Evangelio realizado de modo totalmente gratuito, que expresa al mismo tiempo la concreta solidaridad con los hermanos necesitados".
- "Acogiendo la llamada de Dios a la castidad, el Apóstol de las Gentes donó todo su corazón al Señor para poder servir con mayor libertad y dedicación a sus hermanos; además, en un mundo en el que los valores de la castidad cristiana tenían escasa ciudadanía, ofrece una referencia de conducta segura".
- "El cumplimiento de la Voluntad de Dios y la responsabilidad diaria, el desvelo por todas las iglesias animaron, plasmaron y consumieron su existencia, ofrecida como sacrificio agradable a Dios".
- "En San Pablo, tan íntimamente unido a la persona de Cristo, reconocemos una profunda capacidad de conjugar vida espiritual y acción misionera; en él las dos dimensiones se reclaman recíprocamente".
Benedicto XVI se despidió de los consagrados dejándoles un consejo: meditar "cada día la Palabra de Dios con la práctica fiel de la lectio divina" o lectura orante de la Biblia.
_____________________________________
“Mi vida es Cristo” (Flp 1,21)
Jornada Mundial de la Vida Consagrada
Por Don Demetrio Fernández, Obispo de Tarazona: El 2 de febrero, Fiesta de la Presentación del Señor en el Templo, celebramos la Jornada Mundial de la Vida Consagrada. El lema para este año, Año Paulino, está inspirado en una frase de San Pablo: “Para mí, la vida es Cristo” (Flp 1,21), y reza así: “Si tu vida es Cristo, manifiéstalo”.
San Pablo vivió arrebatado por el amor de Cristo, hasta el punto de considerarlo todo como basura comparado con el amor de Cristo. “Por Él lo perdí todo… con tal de ganar a Cristo” (Flp 3,8). Es un ejemplo estimulante para todo cristiano, y especialmente para una persona consagrada. La vida consagrada no puede vivirse si no es dejándose arrebatar por el amor de Cristo, al estilo de San Pablo y de tantos Santos en la Iglesia.
Un cristiano ya está consagrado por el bautismo, pero la vida consagrada es un nuevo título de consagración que lleva el bautismo hasta su plenitud. La persona especialmente consagrada vive su consagración especialmente en el voto de virginidad, por el que entrega todo su ser, alma y cuerpo, al Señor. Frecuentemente ese voto de virginidad es vivido en comunidad, con actitud de obediencia a los superiores y de pobreza, al estilo de Cristo, Virgen, Obediente y Pobre.
La vida consagrada es un grito profético en el mundo de hoy (y siempre), que nos recuerda a todos cuáles son los valores definitivos del Reino, los que Cristo ha vivido en las bienaventuranzas y a los que Cristo invita cuando llama a seguirle de cerca. Hoy también la vida consagrada, si se vive con coherencia, es un estilo chocante de vida, que sólo puede explicarse desde el amor a Cristo, por el cual se puede perder todo.
Vivimos tiempos de crisis, también en la vida consagrada. La secularización, es decir, vivir como si Dios no existiera, acomodándose a los criterios y a las formas del mundo, se ha filtrado también en el estilo de la vida consagrada. Parece una contradicción, pero desgraciadamente es así. Una vida consagrada en la que no se esté dispuesto a vivir con radicalidad la entrega a Jesucristo, con el amor loco al estilo de San Pablo, es una vida poco atrayente y nada estimulante para los jóvenes de hoy. He aquí una de las razones de la escasez de vocaciones.
Ciertamente, el tema de las escasez o falta de vocaciones entre los jóvenes es muy complejo, y no se reduce a una sola causa, pero los Institutos de Vida Consagrada que viven con coherencia “haberlo perdido todo por Jesucristo”, tienen vocaciones. También en nuestros días. Por el contrario, los Institutos que se han acomodado a este mundo, no tienen vocaciones, se van extinguiendo paulatinamente.
La Jornada mundial de la vida consagrada es una ocasión para pedirle al Señor por las personas que han consagrado su vida totalmente el Señor. Para que sean fieles al amor primero que les llevó a dejarlo todo por Jesucristo. “Si tu vida es Cristo, manifiéstalo”. Un testimonio para que sea eficaz, debe verse, debe notarse. Agradecemos al Señor el testimonio visible de tantas personas consagradas en nuestra diócesis de Tarazona. Son una lámpara que brilla y da luz en medio de tantas oscuridades.
Con mi afecto y bendición:
+ Demetrio Fernández, Obispo de Tarazona
+ Demetrio Fernández, Obispo de Tarazona