64. Obra Misionera de Jesús y María



“¡Oh Dios mío! ¡Sufrir cada vez más y sonreír cada vez mejor! ¡Aleluya en la noche! ¡Aleluya en los desgarramientos interiores! ¡Aleluya en mi triple martirio! ¡Aleluya, Dios mío! ¡Todavía más hiel en el cáliz y siempre! ¡Quiero saborearlo como miel delicadísima! ¡Oh santa humillación! ¡Ven, ven, que te amo y te abrazo con alegría y con respeto! Tengo sed. ¡Ah!, no alcanzo a decir la sed que tengo de dolor, de almas, de amor. ¡Dolor, almas, amor! Son tres pasiones que crecen a cada instante que pasa, son tres torturas. Es mi triple martirio”. (Beata Mª Pilar)



La Obra Misionera de Jesús y María es un Instituto Religioso de Derecho Pontificio fundado por la Beata María Pilar Izquierdo en 1939, en Madrid. En la breve y heroica vida de la Madre Fundadora, impresiona la aceptación ejemplar del dolor y la contrariedad. Toda su espiritualidad gira en torno a la doctrina de la Cruz: “Sin sufrimiento ninguna labor puede salir fructuosa, sin él no hay santidad posible, no puede haber Cielo”. Durante once años de su juventud, la Madre permaneció, por una enfermedad, ciega y parapléjica. Se asemejó así más al Divino Salvador en cuya Vida fue necesaria la experiencia oculta y retirada de Nazaret y el desierto, en oración y penitencia, como cimiento en roca firme de su posterior vida pública y, sin duda, de su dolorosa Pasión y Muerte. Y así, enferma, pobre, sin estudios, sin ningún apoyo civil ni eclesiástico, atraía a personas de todas las partes de España y de toda condición social, con las más diversas motivaciones, pero con una común: la búsqueda de Dios. Sí, porque era lo único que podía darles la paralítica, ciega e ignorante. Les daba a Dios y un Dios Crucificado, un Dios que se da con alegría en el dolor, sabedor de que su sufrimiento es redentor.


“Amar el más sufrir, sufrir por amor, sufrir y amar para salvar las almas”. 
(Beata Mª Pilar)

Durante este tiempo, el Espíritu Santo había plantado en su alma la inspiración para fundar una nueva congregación religiosa. Finalmente, el 8 de diciembre de 1939, en la celebración de la Eucaristía se sintió curada, salió de su postración, comenzó a ver, se levantó y se puso en marcha, ella y su Obra.


"Estemos gozosas y alegres en todo, que nunca nuestro espíritu tenga que entristecerse, para que así nuestra alma encuentre suaves las fatigas del destierro, y llene, lo mismo en el amargor, que en la dulzura, la capacidad de su alma. ¡Ea!, amadas Hijitas, que el Señor viva en nosotras, y nosotras vivamos en Él, para que así nuestros corazones puedan morir de amor".
(Beata Mª Pilar)

El amor a Dios, a la Cruz de su Hijo Jesucristo, al prójimo necesitado de ayuda material y espiritual, fue su único afán. España vivía momentos difíciles: la postguerra, la pobreza, el hambre, el alejamiento religioso. Era necesario evangelizar en los suburbios, dar de comer al hambriento y catequizar con el Evangelio en la mano. Y esto es lo que sería su vida y el proyecto de su Obra: reproducir la vida activa de Cristo en la tierra a través de las obras de misericordia. Sufrió la incomprensión de miembros de la Iglesia que la acusaron, calumniándola y llegando a impedir el ejercicio del apostolado. Fue tal el ambiente de difamación que en 1944 la Madre se retira de la Obra por ella fundada. El 27 de agosto de 1945 muere aquejada de fuertes dolores en San Sebastián, ofreciendo su vida por las Hijas que se le separaron (las cuales fundaron otra congregación aún existente) y la calumniaron, e implorando a las nueve Hermanas que le permanecieron fieles, que siguieran juntas.


Siguieron unidas, orando, trabajando y ofreciéndose, esperando la hora de Dios, bajo la tutela paternal del P. Daniel Díez García. La Obra siguió adelante y hoy en día, las Hijas de la Madre Mª Pilar se encuentran entre las religiosas de vida activa más observantes, ejemplares y abnegadas que hay en España. Los campos de su apostolado son la educación de la juventud, los enfermos, ancianos, la colaboración en las parroquias y la misión ad gentes, para ofrecer a Jesucristo entre quienes no lo conocen todavía. Las religiosas están presentes en España, Colombia, Ecuador, Venezuela, Mozambique, Italia, Méjico e Indonesia.


“Ser misionera y apóstol, qué ansia tiene mi alma de lograrlo, y lo conseguiré mediante ese apostolado íntimo y secreto del amor, de la oración, del sacrificio y del buen ejemplo. Cuán poderoso será entonces nuestro apostolado”. 
(Beata  Mª Pilar)