Cardenal John O´Connor, Fundador
"Reivindicar el derecho al aborto, al infanticidio, a la eutanasia, y reconocerlo legalmente, significa atribuir a la libertad humana un significado perverso e inicuo: el de un poder absoluto sobre los demás y contra los demás. Pero ésta es la muerte de la verdadera libertad" (Juan Pablo II: EV, 20).
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Las Hermanas de la Vida son un Instituto Religioso de Derecho Diocesano, fundado por el Cardenal John O´Connor, Arzobispo de Nueva York, en 1991. Las Hermanas cuidan de mujeres embarazadas, y ayudan a aquellas que han tenido abortos, a recoger los pedazos de sus vidas destrozadas. Desde el inicio, el carisma de esta comunidad consiste en la inviolabilidad de la vida humana. Hacen los votos de pobreza, castidad y obediencia, además de un cuarto voto: dedicarse a mantener y acrecentar la vida humana, y de manera particular ocuparse de los niños no nacidos y de sus madres. Enseñan sobre lo sagrado de cada vida humana y hacen más todavía: Oran. Oran, ayunan y hacen penitencia: pasan cerca de la mitad de cada día en oración y contemplación, y la otra mitad en labores apostólicas. Entre éstas, centros de atención a mujeres embarazadas con tentativa de abortar. Allí pueden permanecer en una atmósfera de oración y de amor hasta el nacimiento del niño o, en el caso de quienes han sufrido un aborto, hasta que se encuentren nuevamente en grado de poder afrontar el mundo externo.
Novicias
Cada Hermana de la Vida tiene en su habitación un pequeño letrero que dice: " Sin gozo no puede haber una Hermana de la Vida". La vida debe significar gozo, gozo en Dios que nos sacó de la oscuridad a su luz maravillosa. Somos Pueblo de la vida, para la vida. La incomparable dignidad del hombre les impele a compartir este mensaje con todos.
Con los más inocentes
Las Hermanas llevan el Evangelio de la Vida a los corazones de cada hombre y mujer, y hacen que penetre en cada rincón de la sociedad. Esto significa ante todo, proclamar la esencia de este Evangelio, que no es más que la proclamación de un Dios Vivo que está a nuestro lado y que nos llama a una profunda comunión con Él, y que despierta en nosotros la esperanza cierta de la Vida Eterna. Es la presentación de la vida humana, como un regalo de Dios, el fruto y signo de su amor; es la proclamación de que Jesús tiene una relación única con cada persona, lo que nos permite descubrir en cada rostro, el rostro de Cristo. Están presentes en los EEUU y Canadá.