"No tengáis miedo de salir a las calles y a los lugares públicos como los primeros Apóstoles que predicaron a Cristo y la Buena Nueva de la salvación, en las plazas de las ciudades, pueblos y aldeas. Éstos no son tiempos para avergonzarse del Evangelio. Es el tiempo de predicarlo desde los tejados. No tengáis miedo de romper con estilos de vida rutinarios y cómodos para aceptar el desafío de dar a conocer a Cristo en las metrópolis modernas. Sois los que debéis salir a los caminos para invitar a todos los que encontréis, al Banquete que Dios ha preparado para su Pueblo. El Evangelio no debe esconderse por temor o por indiferencia. No es para tenerse guardado en privado. Se debe poner sobre el candelero para que la gente vea su luz y glorifiquen a Nuestro Padre Celestial." (Siervo de Dios Juan Pablo II, Jornada Mundial de la Juventud, 1993)
1. Estar a la escucha silenciosa de la Voz del Señor. Tómate tiempo para orar y meditar en silencio sobre tu vocación, especialmente frente a Jesús Sacramentado.
2. Busca un buen director espiritual -alguno al que puedas abrir tu corazón- que te ayude a desarrollar de manera madura tu relación con Dios así como el mejor conocimiento de ti mismo.
2. Busca un buen director espiritual -alguno al que puedas abrir tu corazón- que te ayude a desarrollar de manera madura tu relación con Dios así como el mejor conocimiento de ti mismo.
3. Encomienda a la Reina de las Divinas Vocaciones la tuya propia para que se cumpla la Voluntad de Dios en tu vida.
4. Lee libros piadosos sobre la vida religiosa y sacerdotal. Infórmate de las distintas espiritualidades y carismas que el Espíritu Santo ha regalado a su Iglesia. Lee y medita sobre la vida de los Santos religiosos.
5. Escribe a las comunidades religiosas que te puedan interesar. Sé sincero y confía en el amor providente de Dios que guiará tus pasos.
6. Visita alguna de estas comunidades para ver cómo viven.
7. Construye una relación con aquellas comunidades que más te atraigan. Ve acotando el número de las mismas. Habla sobre tus inquietudes a los religiosos y convive con ellos de manera más intensa por algún tiempo.
8. Espera en el Señor. Discernir la vocación es un proceso. No tomes decisiones a la ligera pero tampoco te extiendas demasiado en el tiempo. ¡La caridad de Cristo nos urge!
María, Reina y Madre de las Divinas Vocaciones Religiosas, ruega a tu Hijo Amado para que envíe obreros a su mies, y fortalece y protege las vocaciones de los jóvenes llamados, en esta sociedad que los afixia e impulsa a renegar de la entrega total de la vida por la causa del Reino. ¡Dios te salve Reina y Madre de Misericordia!..