
¡Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar! Este blog tiene por propósito dar a conocer algunas nuevas realidades eclesiales de vida consagrada, así como otras ya multiseculares que siguen fieles a su tradiciones genuinas y al espíritu y legislación de la Santa Iglesia de Jesucristo. Nos mueve el deseo de poder ofrecer a los jóvenes que sienten el llamado de Dios, lugares donde poder ver realizada su vocación dentro del marco de la ortodoxia, la tradición y la fidelidad al Evangelio y la Iglesia.
A raíz de la renovación que se pidió tras el Concilio Vaticano II, en los Institutos de Vida Consagrada hemos asistido a innovaciones y reformulaciones de la vida religiosa que en muchos caso han logrado secar la fuente vocacional y desdibujar su propia naturaleza. Bajo el mil veces falso pretexto del "espíritu del Concilio", las tradicionales órdenes y congregaciones religiosas se entregaron a la tarea de retornar a las fuentes "a su manera". Quisieron acercarse a las primitivas intenciones fundacionales de sus Institutos, como si durante todos las años anteriores hubieran estado dedicados a menesteres que no les eran propios, y se afanaron en acercarse al conjunto de los fieles seglares de los que se sentían alejados y distantes. Las estructuras tradicionales de la vida religiosa los axfisiaban. Resulta paradógico que cuando dichas estructuras se suavizaron, asistimos a la mayor desbandada de religiosos y religiosas que jamás la Iglesia haya padecido.
Queriendo estar cerca del "pueblo" comenzaron a adquirir los usos y costumbres del estado seglar. Se mundanizaron y ahí se han quedado, cuarenta años más viejos. Soñaban con una primavera postconciliar, una renovación vocacional y se encontraron con el más duro de los inviernos. No están dispuestos a admitir que se han equivocado... que han traicionado la preciosa herencia de los hermanos de hábito que les precedieron. Dedicados a vivir la vida religiosa de manera mediocre, insípida, a co-habitar juntos bajo un mismo techo, a vestirse y actuar según los modos seglares, rezar cuatro oraciones, llenarse la boca hablando de justicia social y de los pobres (cuando ellos viven como burgueses), se encuentran inmersos en una profunda crisis numérica e identitaria.
Su Corazón reinará en el mundo
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Existen las excepciones. El Espíritu Santo sigue soplando en Nuestra Iglesia Católica. Por ello queremos presentar comunidades de vida consagrada tradicionales (y también tradicionalistas):
- Que tengan como primera misión procurar la Gloria de Dios, la salvación de sus almas y la de los demás (en este orden, sí). La salvación de las almas (Ley máxima de la Iglesia), que no el desaforado activismo pseudo- apostólico que difumina cualquier rasgo de trascendentalidad y misterio en favor de accciones puramente filantrópicas.
Donde está Pedro, está la Iglesia
- Comunidades fieles al Magisterio de la Iglesia y adheridas filialmente al Sucesor de Pedro, que no constestatarias y criticonas de todo lo que sale de la Jerarquía, especialmente de la Santa Sede.
- Comunidades que recen juntas, oren en comunión de ideales y pensamientos, entregadas a las prácticas tradicionales de piedad como la meditación, el Rosario, las devociones particulares, y que especialmente amen y cuiden la Divina Liturgia, tan ultrajada y denostada.
- Religiosos/as que vistan como tales, con valentía y sin respetos humanos, mostrando así su obediencia a la legislación de la Iglesia. Cuánto mal ha hecho el abandono del hábito o las remodelaciones ridículas que de él han hecho algunas comunidades. El hábito no hace al monje, pero la aversión al hábito religioso es síntoma de una dudosa vocación.
No tengáis miedo, ¡abrid las puertas a Cristo!, decía el Papa de feliz memoria Juan Pablo II. Ánimo a todos los jóvenes que desean entregarse a Dios. Estos nuevos institutos religiosos son pequeños, carentes de medios económicos pero llenos de gracia, de ilusiones, llenos de Dios y del espíritu evangélico y eclesial. Son los frutos de la nueva primavera del Espíritu que profetizó el Siervo de Dios Juan Pablo II.
Reina de las Divinas Vocaciones, ¡ruega por nosotros!
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Oración para escoger el estado de vida
Oh Dios mío, Tú que eres el Dios de sabiduría y del buen consejo, Tú que lees en mi corazón el sincero deseo de agradarte a tí solo y de hacer todo conforme a Tu Santa Voluntad en cuanto a mi decisión sobre el estado de vida; por la intercesión de la Santísima Virgen, Madre mía, y de mis Santos Patronos, concédeme la gracia para saber qué vida he de escoger, y para abrazarla una vez conocida, a fin de que así pueda yo buscar Tu gloria y merecer la recompensa celestial que has prometido a los que hacen Tu Santa Voluntad. Amén.
(Indulgencia de 300 días una vez al día- San Pío X)